¿Qué tiene la Guerra Civil que fascina a propios y extraños y que ya en su momento impelió a numerosos jóvenes de alrededor del mundo a venir a España a luchar por la República? Está claro que los Brigadistas Internacionales fueron los últimos románticos, en la acepción más literal del término. No se ha vuelto a producir un fenómeno semejante. Y ¿qué es lo que llamó a estos idealistas? La defensa de la libertad y la consciencia de que lo que se estaba jugando en España era mucho más que un conflicto interno (usando el vocabulario en boga en la actualidad). En efecto, era la antesala de luchas más intensas posteriores entre democracia y tiranía.

Tanto la existencia de las Brigadas Internacionales como la participación con armas y soldados de las que luego serían las potencias del eje, la presencia de numerosos artistas y escritores como Dos Passos, Orwell o Hemingway, y la muerte de algunos de ellos en España, como la del poeta John Cornford y la de la fotógrafa Gerda Taro, la labor activa de la prensa internacional presente en el país que retrató episodios como el bombardeo de Gernika o la resistencia de la ciudad de Madrid a su asedio, han conseguido que este conflicto esté presente en el imaginario colectivo de Occidente.

Esta es la razón, ya sea la autora consciente o no, de que el cómic Verdad, de Lorena Canottiere (Liana Editorial) se ambiente en la Guerra Civil; una obra que ya en la selección de su título nos deja de manifiesto que trata sobre ideales, y como ya hemos dejado claro en el párrafo anterior, la Guerra Civil, ante todo, simboliza ideales, los cuales, para rizar el rizo del romanticismo, fueron derrotados.

Verdad es también el nombre de la protagonista, una joven anarquista italiana que se alista en las Brigadas Internacionales para incorporarse como miliciana en la defensa de la República. Su elección no es accidental, es la hija de una madre anarquista que desafió al conservadurismo y represión de su entorno para vivir en la comuna suiza Monte Verità, en la que convivieron diversos artistas, entre ellos Herman Hesse, y en la que entre otras cosas se practicó el nudismo y el vegetarianismo, hoy plenamente aceptados pero en los albores del siglo XX escandalosos.

La protagonista, a pesar de su entorno hostil y del resultado nefasto de algunas de sus peripecias, se empecina en persistir resistiendo, no sólo cuando las milicianas son expulsadas del ejército republicano en 1937 (la película Libertarias describe la injusticia de este episodio en un bando que afirmaba luchar en contra de esta), sino que también cuando ya tullida y derrotada la República, sigue resistiendo como maqui.

Verdad es una novela gráfica vital y romántica que leemos con tristeza porque conocemos el desenlace a nivel macro e intuimos el mismo a nivel micro. Y sin embargo los colores seleccionados por la autora para este cómic hecho a lápices, tan vibrantes y vivos, e inspirados en el cartelismo de la época,  nos separan de la oscuridad en la que paulatinamente se va adentrando la historia, no a nivel lineal porque el cómic alterna flashbacks y flashforwards, sino a medida que vamos entreviendo en desenlace.

Verdad nos habla de la ilusión y de la dificultad de despedirse de ésta. No en vano se abre con la cita “…porque la utopía es necesaria” del anarquista recientemente fallecido Lucio Urtubia Jiménez  (para más inri fallecido en 18 de julio). Lorena Canottiere afirmó en una entrevista al conocer que había recibido el Premio Artémisia 2018 que escogió el título de Verdad porque es justamente ésta “lo que reivindican los exiliados, los ejecutados y los perseguidos” y defiende la actualidad de su obra argumentando que algunas de las causas por las que se luchó en la Guerra Civil siguen vigentes hoy en día. Entre ellas, la de los derechos de las mujeres.

Lorena Canottiere ha realizado un buen trabajo artístico con una paleta cromática sencilla pero arriesgada que sabe personalizar y maximizar gracias a un bonito y detallado dibujo que consigue recrear sombras y luces. El estilo, que en algunos momentos recuerda a Manuele Fior, encaja perfectamente con la historia narrada y con la técnica narrativa seleccionada para hacerlo. Canottiere, además, recurre a la elipsis para que los lectores completemos una historia en la que deja espacio libre para que nosotros introduzcamos nuestras emociones, y nos la hagamos nuestra.