Harriet Glickman era una maestra de escuela cuando quedó muy impresionada por el asesinato de Martin Luther King en 1968. Convencida de que era necesario hacer algo para cambiar la percepción social respecto a la población afroamericana y consciente también del gran influjo sociológico del cómic, hen tanto que medio de comunicación muy popular (sobre todo en esos años), Glickman decidió ponerse manos a la obra.
Escribió cartas a diversos dibujantes de cómic pidiéndoles que incluyesen personajes negros en sus obras. Charles M. Schulz, creador de la famosísima serie Peanuts, fue uno de los autores de historieta a los que se dirigió. En aquellos años Peanuts se publicaba en más de 1.000 periódicos y tenía decenas de millones de lectores.

Charles M. Schulz le contestó la carta diciéndole que le agradaba la idea pero que tenía ciertas reticencias ya que temía que la comunidad afroamericana se sintiese tratada con condescendencia. Glickman, una mujer perseverante, preguntó a miembros de esta comunidad si se sentirían tratados de este modo al aparecer en un cómic creado por un artista blanco, y afirmaron que no, siempre que la aparición del personaje se tratase con total normalidad y se representasen escenas de la vida cotidiana.
El 31 de junio de 1968, el personaje de Franklin Armstrong hizo su primera aparición en la serie Peanuts, con total normalidad y acentuada discreción. Le devuelve a Charlie Brown una pelota de playa que se le había extraviado y le ayuda a construir un castillo de arena.

La también autora de tiras cómicas de prensa y afroamericana, Barbara Brandon-Croft, recuerda que cuando como niña vio aquella tira primera tira con el personaje de Franklin sintió que ellos también contaban. En 2018 el Charles M. Schulz Museum organizó una exposición para conmemorar el 50 aniversario de la creación del personaje de Franklin Armstrong.
Harriet Glickman no es el único ejemplo de mujer anónima, generalmente maestra o bibliotecaria, que gracias a su convicción y empeño personal han hecho una gran aportación a la cultura y, en consecuencia, a la sociedad en su conjunto.
Nacida en 1926, Harriet Glickman falleció el pasado 27 de marzo de 2020 a la edad de 93 años. Jean Schulz publicó un obituario en el Charles M. Schulz Museum, ubicado en Santa Rosa, California.